En muchos sentidos, la labor de un crítico es sencilla. Arriesgamos muy poco y sin embargo disfrutamos de una posición privilegiada sobre aquellos que ofrecen su trabajo y su persona a nuestro juicio. Prosperamos gracias a la crítica negativa, la cual es fácil de escribir y leer. Sin embargo, la amarga verdad que debemos enfrentar nosotros, los críticos, es que en el gran orden de las cosas la pieza promedio de basura es más significativa que la crítica que la califica de esa forma.
Pero hay ocasiones en que un crítico realmente arriesga algo, y esto ocurre en el descubrimiento y defensa de lo nuevo. El mundo es a menudo cruel con los talentos nuevos, las nuevas creaciones; lo nuevo necesita amigos.
Ahora, yo experimenté algo nuevo, un juego extraordinario proveniente de una fuente particularmente inesperada. Decir que tanto el gameplay como sus creadores han desafiado mis prejuicios acerca del gaming es una grosera moderación. Lo cierto es que me han sacudido en lo más profundo de mí ser.
En el pasado, no he ocultado mi desdén hacía el famoso lema del Miyamoto: “Cualquiera puede gamear”. Pero me he dado cuenta que sólo ahora he entendido realmente que es lo que quería decir. No cualquiera puede convertirse en un gran game deveropa, pero un gran deveropa puede venir de cualquier parte.
Resulta difícil imaginar orígenes más humildes que los del genio que crean ahora en Brackeys Game Jam 2024.2, quien es, en la opinión de este crítico, nada menos que los mejores desarrolladores en España. Volveré pronto a Itchio, hambriento por más