Memorias de un Juan
Era oscuro dentro de Juan, en su mano un vaso de ginebra en las rocas en la mesa de un bar en algún lugar distante y frió, Juan espera a una chica, una dama que le fascina y con quien espera compartir ideas, sonrisas y deseos, la ansiedad lo invade, pues quiere dejar una buena impression, Juan observa el tiempo pasar cada vez mas lento, y de cuando en cuando en el fondo de su memoria una presencia etérea le susurra sueñaos pasados al oído, en vano intenta ignorarles hasta que en el reflejo del cristal, una mirada lo asecha, en la ventana detrás del reflejo de esa frente marchita se oculta ese que murió de tanto ser el mismo lo que era.
Las teclas del piano se hunden bajo la yema de los dedos, el instructor admira su entusiasmo pero sabe que de pianista el tiene muy poco, aun así va puntual a cada clase que de por cierto resulta gratis en la universidad, el momento de terminar la segunda session llega; el reloj marca las 4:00 pm y entonces escucha su voz, hace sol en la cuidad el aire cálido y habla de tiempos mejores, mientras del otro lado el ginebra en las rocas se detiene comienza girar en la dirección del invierno, las calles se ocultan bajo la nieve, el barman sale para fumar un cigarro y el aire escarchado de la noche implacable y crepitante en los huesos le hace suspirar...
La voz es de una mujer que llega acompañada de un hombre un colega o amigo, ella sonríe el tiempo se detiene, su amigo desaparece en el fondo y esa sensación de que estas mareado y se siente bien le llega de golpe ella le habla y le responde, se sienta a su lado, toma su mano y la coloca en el lugar correcto, el piano el maldito piano... ahora todo es música, pero como? si no sabe ? su mirada lo dice todo, ella sonríe y dice que nunca le había visto dime cual es tu nombre? .
La puerta se cierra dejando entrar algo nieve, Juan se entrega una vez mas al ginebra en busca de rocas afiladas o de formas inexploradas en las cuales pueda des-encontrar algunos recuerdos. La miradas se tornan menos esquivas y por alguna suerte del destino aquella primera vez sus ojos ya no se abandonaron y de cuando en cuando se vuelven a encontrar en ese entonces y en los a horas futuros y lejanos, desde ese preciso instante ella dejo sellado ese encuentro pues su voz que se sembró en su mente poco a poco al va y ben del roce leve de sus manos en las teclas en un viejo piano, pobre de Juan no hay puerta de salida el nunca tuvo oportunidad.
En el reflejo de la ventana el sigue vivo, dibujando mundos en el infinito mientras permea su alma en el fondo del vaso, mientras aquella tarde cálida emerge como un murmullo en la eternidad, como un grito en el vació producto de una larga desesperación petrificada en la soledad, el tiempo avanza con su ruido ensordecedor en ese invierno de tinieblas, entre cadenas de anhelos pasados y personas que nunca se olvidan...