Una historia visceral y extrema que a pesar del horror he seguido y, sí, lo admito, he llevado hasta el final, un final que no podía ser otro. Y es que tirarse al precipicio tiene toda la delicia del vuelo libre… hasta el frenazo al final, claro. Mis felicitaciones al autor por mantenerme interesado y horrorizado a la par, que la ficción interactiva está para contar y participar en historias, incluyendo algunas que (al menos es mi caso) no me gustaría protagonizar fuera de la ficción.