Una estupenda aventura conversacional, con una prosa y lenguaje costumbrista que nos sumerjen en una viñeta de la infancia del protagonista, con sus penas y afanes. Los puzzles se plantean de manera simple y se resuelven poniendo empeño y haciendo lo que se debe en toda aventura: movernos por las localidades e interactuar con personajes y cuanto esté a nuestro alcance. He disfrutado mucho y si el tiempo lo permite buscaré “El Virulé”, que seguro será tan bueno sino mejor que este maravilloso trabajo.