El anterior Twine de Mery, Gotta pitch'em all, me pareció uno de los mejores que he jugado, una auténtica maravilla. En este encuentro algunas de las características más atractivas de sus juegos: la naturalidad y frescura de los diálogos, el humor, la cotidianidad y el aspecto autobiográfico (aunque sea ficcionado) de sus historias. Lo que más disfruto de sus juegos es explorar cada detalle dado que leer cada descripción e interacción con un personaje es un premio en sí mismo. Ahí es donde creo que no acaba de casar la mecánica contrarreloj de este juego. Se nos penaliza por detenernos y regodearnos en la escritura de su autora, cuando es donde destaca por encima de otros autores. A pesar de ello, el juego sigue teniendo la gracia y la personalidad a la que nos tiene acostumbrados.